Desensibilización a fármacos
El término desensibilización se utiliza para describir el proceso mediante el cual se modifica la respuesta inmune del paciente para generar tolerancia temporal, y se basa en modelos in vitro e in vivo que demuestran que mastocitos y basófilos pueden inhibirse mediante el incremento progresivo de dosis de antígeno, desactivando señales de transducción y liberación de mediadores. Los protocolos de desensibilización se han utilizado con éxito con antibióticos, antiquimioterápicos, anticuerpos monoclonales y otros fármacos, en pacientes con reacciones de hipersensibilidad mediadas y no mediadas por IgE.
Este procedimiento no puede realizarse en pacientes con reacciones graves de tipo ampolloso, que suelen ser más tardías, y en las que existen cuadros graves de afectación de mucosas e incluso afectación de órganos, tales como el Sde. de Steven Johnson, una necrolisis epidérmica tóxica o un sídrome de Dress. Superados esos criterios de inclusión, las tasas de éxito son cercanas al 98%.
Pero el trabajo del alergólogo no acaba en la preparación de una pauta que permita al paciente alérgico completar la dosis total de tratamiento, sino que también es el encargado de supervisar los ciclos de administración del fármaco.
Es importante que el alergólogo esté presente durante todo el ciclo porque, desgraciadamente, es posible que se produzcan reacciones alérgicas también durante la desensibilización. Si bien suelen ser más transitorias y la mayoría de la veces es suficiente con detener la infusión o, en algunos casos, administrar algún fármaco, estas “nuevas” reacciones alérgicas pueden servir al especialista para diseñar una nueva pauta de administración capaz de evitarlas en el siguiente ciclo de tratamientos.
Sabía que…
El primer caso de desensibilización a un fármaco data de mediados del siglo pasado y se le realizó a una mujer embarazada y alérgica a la penicilina para evitar malformaciones en el feto.